sábado, 26 de marzo de 2011

30.001

* Esta es mi columna de la semana para el diario www.noticias.iruya.com

Decía Borges en su obra “El Libro de Arena” que “las palabras son símbolos que postulan una memoria compartida”. Esta ha sido una semana en Argentina de mucha memoria, muchas palabras y muchos símbolos.  
Provoca satisfacción comprobar, en mi caso a través de la lectura y contemplando imágenes, como se recuerda masivamente en las calles una fecha, el 24 de marzo, de memoria trágica. Provoca tristeza y un halo de desesperanza comprobar también cómo algunos, al recordarla a través de sus palabras, mancillan símbolos que son de todos; símbolos que deberían postular, como decía Borges, una memoria que se comparte pero que no es moldeable cual plastilina; símbolos que, precisamente por su entidad colectiva y fuerza unitaria, no deberían ser utilizados de forma torticera.   
Espero no herir a nadie - si lo hago de antemano me disculpo – si digo que al escuchar a Sergio Schoklender apoderado de la Fundación Madres o al Secretario de Comercio Guillermo Moreno recordar a Néstor Kirchner como el “desparecido” 30.001,  vinieron a mi mente,  (dicen que los extremos se tocan hasta unirse),  aquellas patéticas imágenes en rueda de prensa de Jorge Rafael Videla en las que este disertaba sobre la categoría jurídica o existencia cierta, no ya del término “desaparecido”, sino de las personas que por serlo lo hicieron carne.   
Jorge Rafael Videla se permitía, en plena represión ilegal, definir a los desaparecidos con la palabra “incógnita” y afirmaba con frío aplomo y crueldad infinita  que, “no tenían entidad, no estaban ni muertos ni vivos sino desaparecidos”. Aquel uso maniqueo de las palabras y el lenguaje no podría justificar ahora (ni nunca), por el sagrado respeto que deben provocar todas aquellas muertes, que la palabra y el símbolo “desaparecidos” se ensucie.
Puedo comprender en el plano afectivo y si me apuran hasta político, el sentimiento de gratitud y añoranza que transitan todos aquellos que son seguidores del Kirchnerismo o que, sin serlo, profesan afecto infinito por el señor Kirchner. Puedo comprender que, al recordarle en el primer 24 de marzo en el que no está físicamente, se desborden emocional e incluso verbalmente. Aun comprendiendo lo anterior no puedo avalar con mi silencio  que símbolos trágicos que pertenecen a todos y cada uno de los argentinos, se transformen en una suerte de cajón de sastre. Creo que debe señalarse todo esto, precisamente para que no se vuelvan a cometer ciertos errores que muchos de ustedes conocieron y que traen consecuencias muy graves. Es pues inaceptable, aún en el dolor, que se diga públicamente que el señor Kirchner es el “desaparecido” 30.0001.
Se ha llegado al 24 de marzo de 2011 a costa de muchas vidas y gracias a la entrega, la labor y el trabajo de mucha gente. Gente que ha tenido o tiene – ¿no los tuvo también el señor Kirchner? – su cara y su cruz, sus aciertos y sus errores, sus brillos y miserias: Ricardo Alfonsín padre, Luis Moreno Ocampo, Julio César Strassera, las Madres y Abuelas, decenas de jueces, y fiscales, periodistas, escritores, intelectuales, personas anónimas… y, cómo no, también Néstor Kirchner.  
No voy a entrar a detallar qué hizo cada uno en vida o qué dejó de hacer y podría haber hecho para ser considerado impoluto o impecable sino a resaltar que todos ellos contribuyeron de algún modo a que hoy se pueda recordar con libertad y sin miedo en las calles. ¿Son todos los que ya no están y aportaron su grano de arena a ello “desaparecidos”?, ¿son todos los que todavía están físicamente entre nosotros, igual y justamente reconocidos y aplaudidos? Pensemos seria y honestamente en todas estas cuestiones porque, como también decía Borges, “todas las teorías son legítimas y ninguna tiene importancia. Lo que importa es lo con ellas se hace”.  
Es cierto que hoy hay en Argentina más conciencia política, más participación juvenil y más presencia masiva en este y otro tipo de aniversarios. Es igualmente cierto que ese camino no nació, por mucho que algunos se empeñen, en el 2003 ni que sólo unos cuantos y no la mayor parte lo han recorrido con firme convicción democrática y las mismas esperanzas de un país mejor y más libre para sus hijos. Hijos de algunos que, como he visto en una serie de fotos, celebraron este 24 de marzo escupiendo imágenes de algunas personas mientras recibían un premio por hacerlo y sus padres les aplaudían el gesto. Imágenes de personas muy conocidas que han sido sometidas al escarnio y la acusación pública sin que la Justicia – elemento imprescindible en democracia – los haya juzgado o encontrado culpables de delito todavía. Delitos por otra parte que, en caso de que existieran y fueran probados, la Ley – esa que debe ser igual para todos – debería determinar si son de lesa humanidad o comunes y por lo tanto prescriptos. Esa Ley y esa Justicia han declarado esta misma semana, lo recuerdo por si algunos lo olvidan, prescriptos por no poder considerarse de lesa humanidad, delitos como el atentado de 2 de julio de 1976 contra la Superintendencia de Coordinación Federal en el que 23 personas perdieron la vida.  
Esos hijos que yo he visto en fotos y que salieron a la calle con sus padres, no vivieron la dictadura y por tanto conformarán su memoria sobre la misma a través de las palabras y los símbolos que les leguemos. Considero que ese legado debe ser ante todo, cien por cien pacífico y respetuoso de la Ley y sus garantías, es decir plenamente democrático.  
Néstor Kirchner pudo - como antes lo hicieron otros - colaborar a que hoy pueda reivindicarse “Memoria, Verdad y Justicia”,  pero para ello no hubo de afrontar secuestros, torturas, picanas o vuelos de la muerte. Su muerte, aún dolorosa prematura y trágica, no fue consecuencia de ningún delito de lesa humanidad.  
“Memoria, Verdad y Justicia” así como “Desaparecidos”, son palabras importantísimas que, como decía Borges, constituyen “símbolos que postulan una memoria compartida”. Cuidemos fielmente de ella.

*1: Los discursos de Schoklender o Moreno a los que se refiere esta nota, están publicados aquí: http://www.madres.org/navegar/nav.php?idsitio=5&idnota=7235&idindex=26
*2: Las fotos a las que se refiere esta nota, estan publicadas en el blog El Opinador, aquí: http://articulos-interesantes.blogspot.com/2011/03/festejos-por-el-aniversario-del-ultimo.html
*3: Se solicitó permiso a (c) "El Gran Alberto para El Opinador", autor de las fotos, para mencionarlas. 

martes, 22 de marzo de 2011

DIAGNÓSTICO: MEDICACIÓN Y TERAPIA DE GRUPO

Hay mañanas en que uno abre los diarios y, simplemente con una frase y algunas imágenes, toma clara conciencia de que algo muy raro (por no decir peligrosamente grave) ocurre en una sociedad que toma como normal cosas que se dicen u ocurren:

1.- "La Presidenta no puede decirle a los argentinos en cada acto que su esposo camina entre la multitud"
Graciela Camaño, Diputada Nacional


2.- Las imágenes hablan por sí solas. Creo innecesaria cualquier aclaración. 


PD: Este post no tiene intención de juzgar indiscriminadamente a toda una sociedad, pero sí a una enorme cantidad de personas que la conforman y que toman como normal cuestiones como las que aquí quedan reflejadas.

* Fotos del diario Perfil

domingo, 20 de marzo de 2011

SOL PONIENTE

* Esta es mi columna semanal para el diario www.noticias.iruya.com

Resulta abrumadora la cantidad e intensidad de los sucesos a los que toca asistir o enfrentarnos en los últimos tiempos. Lo pienso y lo digo una y otra vez sin darme por vencida o cansarme: vivimos momentos tan convulsos y plenos de acontecimientos excepcionales que, cuando pasen los años, veremos reflejados de en los libros de historia todo aquello que ahora vivimos como si fuera normal y cotidiano.
Japón, tradicionalmente conocido como el Imperio del Sol Naciente, ha sido víctima en los últimos 10 días no sólo del mayor sismo desde que existen mediciones y registros sino de un tsunami y un accidente nuclear de proporciones gravísimas. Por si lo anterior no fuera ya de por sí suficiente, el alarmismo y la desinformación nos envuelven y confunden. Uno se siente incapaz de asimilar, para reflexionar después sobre lo que sucede, porque sin tregua ni descanso cada día una tragedia, un conflicto o un nuevo escándalo, te zarandea y aplasta en una inagotable carrera de obstáculos.
A lo largo de los últimos días he sentido una pizca de vergüenza y otra de rabia ante muchas de las declaraciones de líderes y altos funcionarios de Europa. También cierta impotencia ante un tratamiento informativo que hablaba más veces de uranio, plutonio y sieverts que de seres humanos. Mi bochorno era ciertamente mayor, por el contraste que esto supone, cuando es comparado con las características y el talante de un pueblo como el japonés que, golpeado numerosas veces por la historia, mantiene un fuerte sentimiento de grupo, una gran capacidad para superar adversidades y una educación y respeto por el prójimo admirables. Todo ello casi ha terminado sepultado, no entre escombros y olas gigantes sino entre titulares grandilocuentes, que en algunas ocasiones han sido hasta crueles. Tengo dudas cada vez más grandes acerca de qué es exactamente lo que vivimos: si lo que sucede o lo que dicen que sucede.
Mientras Fukushima y sus reactores trataban de ser controlados por un grupo de hombres – auténticos héroes anónimos - un líder burdo y esperpéntico como Gadafi tomaba la posta del protagonismo para avanzar diciendo estupideces y sembrar más muertos. La ONU y la UE se eternizaban en discusiones, mesas redondas llenas de botellitas de agua mineral, micrófonos y traductores, con la lentitud y parsimonia de siempre. En los rótulos de “última hora” se superponían,  desordenadamente,  los nombres y cifras del archipiélago japonés con los de Libia y otros países del mundo árabe. De nuevo el planeta crujía y chirriaba.
Ángela Merkel establecía una moratoria y paralizaba la renovación de permisos de centrales nucleares alemanas en un evidente e interesado gesto electoral ante los próximos comicios regionales en los que necesitará apoyos y no más derrotas. “Zarkozy”(lo escribo así adrede) que hoy domingo afronta unas elecciones cantonales, trataba de tomar altura física y moral poniéndose prácticamente al frente de la misión de la OTAN, para condenar y castigar al que antes era “partenaire” de acuerdos y fotos que incluían cálidos abrazos y apretones de mano.
Aquellos que, hartos de vivir bajo la tiranía de sátrapas a los que nosotros hemos tolerado y alimentado, nos rompían los tímpanos con sus gritos para indicarnos que eran demasiados los años en que su miserias e injusticias no nos habían importado. En un paroxismo rayano al ridículo y una imagen cercana al absurdo, Ban Ki-moon y Zapatero comparecían en Madrid a las puertas del Palacio de la Moncloa, para decirle al mundo que Gadafi, el ahora sátrapa, “no engañará a la Comunidad Internacional”. Resulta esperpéntico, lleva “engañándola” unos 42 años.
Al otro lado del Atlántico, en el sur del continente americano, Colombia encontraba un arsenal de armas venezolanas en un campamento terrorista de las FARC, Obama se fotografiaba en Brasil con Dilma y, en Argentina Moyano, - al que ya no sé si calificar como líder sindical de los “cabecitas negras” o magnate a cuatro ruedas - amenazaba y tomaba como rehén a un país entero porque la justicia, ignoro exactamente por qué razones, podría investigarlo. Se cerraba el mismo círculo que vengo tratando de describir y que, cual soga, nos aprieta el cuello: sátrapas que visten de libertarios y defensores de los menos afortunados que tan solo se defienden a sí mismos con el fin de conservar su poder, privilegios y negociados. Quizás también Ban Ki-moon debiera hacerse carne en Plaza de Mayo y comparecer junto a Cristina Fernández de Kirchner para decir: “no dejaremos que más líderes sindicales oligarcas, prepotentes y que creen ser semi-dioses, nos sigan engañando”. Es un imposible, allá como en otros lados, hay unas muy próximas elecciones.
Quiero rescatar para el final, en un intento seguramente vano de apaciguar algo mi mente, el espíritu, talante y ejemplaridad de los japoneses. El de todos y cada uno de ellos – víctimas directas o indirectas de la tragedia – que, ocultos entre cientos de titulares sobre núcleos, protones y niveles radioactivos, han mostrado su disciplinada, solidaria y espontánea forma de ahorrar energía o colaborar con sus compatriotas y autoridades. Mientras lo hacían, sufrían y trataban de sobreponerse con un digno y ejemplar silencio a un desastre de proporciones gigantes.
Han sido muchas las lecciones que podríamos extraer de lo sucedido en la última semana. Lo serán también las que puedan aprenderse de lo que sucederá en la próxima y siguientes. Convendría, - quizás por puro egoísmo y para no sentirnos tan vacíos y fatuos – que todos meditáramos en silencio y un buen rato, alejados de diarios, televisiones, Internet o radios, acerca de dónde estamos y adónde vamos.  
Todos los días el sol nace y se pone. Es posible que uno de ellos, tal vez antes de lo que imaginamos, se ponga y no nazca de nuevo.


sábado, 12 de marzo de 2011

BOROMBOMBÓN

* Este es mi artículo semanal para el diario www.noticias.iruya.com

Inicialmente tenía pensado escribir esta semana sobre el film que se está preparando para homenajear a Néstor Kirchner y sobre las diversas entrevistas y declaraciones que hasta el momento han concedido su director Adrián Caetano, y sus promotores y productores, el diputado provincial “Chino” Navarro y el publicista Jorge “Topo” Devoto. El film, lo que le leído hasta ahora y la página web www.yoquieroserpartedelahistoria.com.ar serán fruto de mi análisis, quizás, en alguna columna posterior.
Ayer a pesar de la diferencia horaria permanecí atenta vía Internet al acto realizado en la cancha del Huracán donde, inicialmente, iba a ser objeto de homenaje el 38º aniversario del triunfo electoral de Héctor Cámpora. No me sorprendí cuando pude comprobar que sin tan siquiera mencionarle, el encuentro se convirtió en un acto reivindicador del ausente Néstor Kirchner, su viuda la Presidente, y el modelo “Kirchnerista”, “Cristinista” o “Nacional y Popular” (el nombre en realidad, da igual). Remarco que no me sorprendí, porque creo poder afirmar sin temor a equivocaciones que una de las señas intrínsecas del Peronismo (en todas sus variantes) es su enorme y peligrosa capacidad para fagocitar y absorber, - con el fin de apropiárselos y posteriormente deformar-  tanto a sus líderes como a su historia.
Como siempre hago, fijé la vista con atención en esa marea de banderas, pasacalles, colores y globos o cánticos, que son santo y seña de estas convocatorias militantes. Por ser extranjera llaman mucho mi atención, y en ocasiones me acaba resultando difícil distinguir  entre un Boca-River en la Bombonera y una concentración partidaria o sindical.
Más allá de la estética y puesta en escena del acto, quisiera analizar a través de estas líneas una serie de mensajes y conceptos importantes que Cristina Fernández de Kirchner desgranó a lo largo de su discurso. Para ser fiel a lo dicho por ella, advierto que todas y cada una de las citas entrecomilladas que encuentren, han sido extraídas de la web de la Presidencia de la Nación.
Allá vamos…
“Quiero decirles que vengo también a reconocer que hay otro país diferente, afortunadamente, de aquellos tiempos y de todos los tiempos de estos últimos doscientos años en que las luchas nacionales y populares por construir un país independiente y soberano tuvieron largas marchas y contramarchas”.
La enmarañada y oscilante historia argentina ha mostrado países muy distintos – inclusive antagónicos - según las circunstancias  imperantes en cada ocasión. No es el de ustedes un país fácil, tal vez ninguno lo sea, pero a través de esas marchas y contramarchas que ayer citaba la Presidente existe un común denominador: considerar que en cada una de las etapas hay  un país “diferente” porque se refundó. Anular, mejor dicho ignorar,  importantes logros (obtenidos por otros) o gruesos errores (cometidos por los propios) da lugar demasiadas veces a ese espejismo de país diferente” que en el fondo es casi el mismo dando vueltas en torno a parecido lugar. Ese país “diferente”, por tanto, no nació el 25 de marzo de 2003 ni acabará en las elecciones que están por llegar si obtiene la victoria alguien ajeno al oficialismo. Millones de ciudadanos y ciudadanas anónimos lo han hecho a lo largo de siglos cambiar y es a los dirigentes a quienes incumbe dar calidad y solidez a lo obtenido, mejor vía el consenso que la imposición, para permitir evolución en lugar de involución.
 “Por primera vez ustedes - generación del Bicentenario - se están incorporando a la política no contra alguien, sino por alguien, por una historia, por la Argentina por seguir mejorando las cosas”.
Lamento discrepar rotundamente con la Presidente. No es esa en absoluto la imagen, al menos analizada desde el exterior, que ofrece la juventud. Me refiero a esos jóvenes de los que el oficialismo se apropia y que excluyen y agreden permanentemente a muchos otros, jóvenes y argentinos también, que no adhieren las ideas y mística del Kirchnerismo, La Cámpora u otras organizaciones similares. Es más,  creo que se tiene una gran deuda histórica (más allá de los errores que cometieran) con la juventud de los años de la dictadura y los del regreso de la democracia. Y no me refiero a los jóvenes de la militancia “setentista” ni tan siquiera a los que cayeron víctimas del terror militar, sino a todos aquellos que sin histrionismos, simplemente abocados a subsistir, crecieron, estudiaron y laburaron con la esperanza de un país más libre y mejor. Muchos jóvenes acompañaron, por ejemplo, a Raúl Alfonsín, en momentos críticos para el país; toda aquella juventud también hizo historia no contra nadie sino por algo: una Argentina en democracia y paz. No mencionarles jamás, o no reconocer su silenciosa y cotidiana labor, merma credibilidad y grandeza al relato que el oficialismo tanto se esfuerza por imponer como el único auténtico y real.
“Siento que a lo largo de la historia el campo nacional y popular - liderado por hombres o por mujeres, cuando esos hombres o mujeres ya no estaban era como se desperdigaba porque faltaba la construcción orgánica; porque faltaba la construcción política e institucional que no hiciera depender la transformación y el cambio de una o dos personas”.
Siente bien la Presidente, aunque lo hace cayendo en el mismo error que señala. Las alusiones permanentes al ex presidente Kirchner, el mesianismo que se atribuye a los líderes peronistas, el valor que se da al poder de conducción o de dominio territorial, las internas, las colectoras… junto con el desprecio por la institucionalidad formal, -  aquella que radica en el Congreso y el Senado, los Tribunales de Justicia, la Auditoria General de la Nación, la ley y la Constitución, no permiten trascender a los líderes para asentar un entorno estable y organizado en el cual, ante su ausencia, se siga construyendo cambio y transformación. Tanto Néstor como Cristina, ya desde sus épocas en Santa Cruz, promovieron mesas chicas, decisiones impuestas de forma arbitraria y unilateral, y pocas veces  han permitido colaborar con ellos a quiénes  pensaban diferente o tal vez desde otro ángulo de la realidad. Por ejemplo me permito recordar que, tras el famoso voto negativo del vicepresidente Cobos, gobernar insultándole y ninguneándole, sin hacer el más mínimo gesto para recomponer la relación, no es precisamente una muestra de construcción institucional. No lo es actualmente tampoco gobernar sin presupuesto porque una y otra vez se ha decidido en el ámbito legislativo que las cosas deben ser aprobadas “sin variar una coma”, es decir, tal cual las diseña y decide quien detenta el poder presidencial. .
“Quiero decirles a todos ustedes, que cuando incorporen a otros argentinos no les pregunten de dónde vienen, no les pregunten cuál es su historia o su partido, pregúntenles si están de acuerdo con que la Asignación Universal por Hijo sirve para que millones de niños tengan derecho a la educación y a la salud (…) Quiero que le pregunten si quieren ser un país donde los derechos humanos son una bandera de toda la sociedad, sin ninguna distinción de ideología o partido, porque es lo que nos diferencia de la barbarie”.
Quizás estas preguntas son innecesarias o, en el mejor de los casos, debieran haber sido hechas años atrás. Más allá de sus variantes, algo muy parecido (si no mejor)  a la AHU estaba presente desde hace mucho tiempo en los programas y propuestas electorales de partidos como Coalición Cívica. Otras partidos, no precisamente afines al Kirchnerismo, han clamado y claman por una salud pública real alejada de los manejos y negociados sindicales que tanto perjuicio ha causado a la población. Y qué decir de los DDHH, esos que han sido vapuleados y mancillados por personas y organizaciones destacadas, que se los han apropiado como si el resto de la población, - en muchas ocasiones acusada a modo de escarnio público – han sido considerados sin distinción cómplices de la tortura y el terror. Esos DDHH han perdido gran parte de su esencia colectiva para convertirse en una especie de propiedad privada que se agita desde cargos y lugares de privilegio por su cercanía al poder actual.  En realidad durante estos años han sido muy pocos los esfuerzos realizados para “incorporar” a otros argentinos y,  aquellos que se han hecho, se realizaron más veces vía el sometimiento y la imposición que acudiendo a herramientas como el diálogo, el consenso y la negociación. Considero por tanto que las preguntas que enumeró la señora Fernández, - de las cuales sólo he destacado dos – son retóricas, llegan tarde y con poco sentido ya.  
“Me atrevo y desafío que me digan si hubo un momento de mayor densidad y profundidad democrática, donde cada uno pudo expresarse como quiso y cómo quiere respecto de todo que esta Argentina que estamos viviendo hoy. Y esto nos tiene que llenar a todos de orgullo, pero también de una inmensa responsabilidad; la responsabilidad de profundizar a la organización popular, de abandonar vanidades y cuestiones dirigenciales que solo sirven para alejar a la gente de la política y creer que solamente esto es una feria de vanidades”.
Yo también me atrevo, sepan disculpar, a desafiar a que alguien me diga si la densidad y profundidad democrática se mide sólo por parámetros como la libertad de expresión. La legalidad, la ausencia de corrupción, la falta de autoritarismo, la transparencia y rendición de cuentas ante la ciudadanía o el mantener una estricta y honesta separación entre los distintos poderes o entre el Estado y el partido, son signos democráticos de igual calado o más. Respetar a la ciudadanía – no digo a tu militancia o votantes – y servirla sin pretender servirse de ella, resulta también fundamental. ¿Creen ustedes que lo que acabo de enumerar es hoy en día motivo de orgullo en la democracia argentina?, yo opino que no. De la misma forma advierto, más aún tratándose de un año electoral, que la feria de vanidades y esa puja por cuestiones dirigenciales (que mencionó la Presidente) no sólo ha tomado intensidad en los últimos meses muchas veces alentada conscientemente desde la Rosada, sino que en los próximos lo hará aún más. Ese es el desafío y la responsabilidad incumplidos durante estos años que nos impiden, si somos sinceros, hablar de una democracia profunda, auténtica y de calidad.
 “A seguir trabajando por Argentina, a seguir trabajando por el pueblo, por la Nación, por la patria, siempre por la patria”
Quizás esta última frase, la que cerró el discurso de la señora Fernández, sea la única ante la cual yo también entonaría con esperanza y convicción: “borombombon, borombombon… a seguir trabajando por todo el pueblo y toda la Nación”. Con menos relatos, más hechos y sin distinción de color, ideario o condición.

domingo, 6 de marzo de 2011

CANUTAS

* Este es mi artículo de la semana para el diario www.noticias.iruya.com


Ya estoy padeciendo colon irritable otra vez. Me temo que como sigamos así no llego a las elecciones autonómicas de mayo. Antes de que se me añadan subidas y bajadas de presión fruto de tanta reacción psicosomática, me he prometido quemar la radio, la televisión y la PC de casa y no comprar bajo ningún concepto la prensa; lo primero es la salud. No me siento capaz de escuchar a los miembros del gobierno ni un minuto más.
En España se acaban de establecer una veintena de medidas con el fin de implantar un plan de ahorro energético. Como casi siempre, entre anuncios inconexos, aclaraciones  posteriores o una serie de rectificaciones que se contradicen entre sí, los ciudadanos estamos perplejos. El vicepresidente primero del gobierno ha afirmado que “cada vez que sube el petróleo España las pasa canutas” (es decir que lo pasa fatal); no lo pongo en duda señor Rubalcaba pero le juro que más allá de cómo lo pase España, con tanto mareo, orden y contra-orden y tanta medida a cuenta gotas, los que “las estamos pasando canutas”, de verdad, somos los españoles.  
Por ejemplo, a partir de este lunes deberemos circular por autopista a 110 km/h en lugar de a 120 km/h. Unos aseveran que eso ahorra, otros nos explican que Holanda y otros países europeos están implantando como velocidad máxima los 130 km/h, Rodríguez Zapatero nos consuela con un “llegar diez minutos tarde a algún sitio tampoco es tan importante” y en el “mientras tanto”, nos han mostrado por televisión toda clase de pegatinas que serán utilizadas para sustituir las señales de 120 a 110: redondas, cuadradas, imantadas, adheridas con silicona…
Si circular a 110 km/h ahorra combustible no entiendo porqué la medida no es permanente sino provisional: hasta el 30 de junio y prorrogable cuatro meses más.  Si además de ahorrar salva vidas, tampoco me explico cómo a esa medida se le ha añadido otra que implicará reducir en un 50% la iluminación en carreras y autopistas. Lo entendí un poco cuando escuché al ministro de Fomento aclarar que él “no había querido decir reducir sino hacer eficiente”; me asaltaron las dudas de nuevo cuando leí con posterioridad, que la Asociación Española de la Carretera (AEC) denunciaba los peligros de esta iniciativa y su impacto en la seguridad vial si no se adoptaba con extremo cuidado y sin poner en peligro la visibilidad. Visto lo visto, juro que me he llegado a plantear dejar de viajar por carretera  hasta las próximas elecciones generales y limitarme a esperar: con eso estoy segura que, además de no volverme loca, contribuiré a ahorrar mucho más.
En medio de este mega-plan que bien podría llamarse “ahorra tú imbécil que ya me lo gasto yo en tu lugar”,  nos hemos visto también obligados a presenciar cómo el ministro de Industria, Miguel Sebastián, enumeraba nuevas medidas; bueno, nuevas sólo algunas. El plan de ahorro del 2008 ya contemplaba muchas que,  o bien no se han hecho efectivas, o al aplicarse nadie se ha molestado en evaluar: iluminación eficiente en edificios públicos y grandes ciudades, sustitución de lamparitas en municipios pequeños, campañas de concienciación al ciudadano…
Al oír lo de “concienciación” fue cuando estallé. No es de recibo abordar un plan de ahorro mientras te lanzan imágenes de Zapatero desplazándose en avión Falcon a mítines del PSOE o se denuncia que el Director General de la Guardia Civil viajó a Córdoba, también en avión oficial, gastando más de 1.800 litros de combustible y 2.160 euros cuando lo podía haber hecho en el mismo tiempo en tren de alta velocidad con un gasto de sólo 84 euros. Cenar frente al televisor mirando atónita cómo Ministerios u otros edificios públicos, incluso la sede del PSOE en la madrileña calle Ferraz, permanecen a las tres o las cuatro de la madrugada iluminados planta por planta en su interior, desalienta y “cabrea” al más pintado. Recomiendo encarecidamente al gobierno que utilice el dinero que costará la campaña de “concienciación”, en aleccionar a ministros y altos cargos antes de tocarnos las narices a los ciudadanos una sola vez más.
Nadie con dos dedos de frente y algo de sentido común podría criticar un plan coherente, exhaustivo y útil de ahorro en un país como el nuestro dependiente energéticamente en un 75% del exterior. Nadie podría tampoco objetar, que se adopte cuanta medida sea necesaria para reducir nuestro nivel de contaminación. Lo que rompe los nervios es contemplar cómo las medidas se anuncian por partes y a trompicones, se rectifican y se vuelven a rectificar, no se cumplen ni se evalúan, o cómo se abandonan porque “en 2008 el precio del crudo se desplomó”. Más aún, esta misma semana se publicaba que durante un año completo 27 expertos en áreas energéticas, de transporte o economía, se han molestado en elaborar el estudio “Cambio Global España 2020/2050” (en el que se presentan un plan de fórmulas mucho más exhaustivas y eficaces para ahorrar) y me juego el cuello a que a ninguno de estos “lumbreras” del gobierno se les ha ocurrido ni consultar.
Para colmo el famoso plan de ahorro nace con un coste de unos 1.150 millones de euros y demasiadas lagunas en su financiación. Nadie especifica exactamente cuánto, cómo y quién lo pagará y qué nivel concreto de ahorro se obtendrá. Me asombra, por citar un último ejemplo, que se lance vía subvención pública un plan “Renove” de neumáticos y sea  la propia empresa “Michelín” (que precisamente vive de vender neumáticos), la que le diga al gobierno que sólo con una campaña informativa sobre  la importancia de mantener una presión correcta en las ruedas de nuestros automóviles, el ahorro en combustible sería igual o mayor. ¿Alguien  es capaz de explicarme todo este berenjenal?
Como recordaba un artículo de opinión que leí hace unos días, ya en su momento el historiador económico italiano Carlo María Cipolla - que recopiló y divulgó las leyes esenciales de la estupidez humana – afirmaba que “la fortuna de una nación dependía del porcentaje de individuos competentes e incompetentes que estuvieran  instalados en el puente de mando”. Me pregunto, sin ánimo alguno de ofensa pero con la máxima indignación, si no podríamos implantar en España y con urgencia dos nuevos planes: uno “Renove” y otro de “ahorro” de estúpidos al mando en esta nación.

miércoles, 2 de marzo de 2011

LOS RULOS

Una de las especialidades del Kirchnerismo es "urdir".

Como acabo de comentar en el blog de un compañero "blogosférico", aquí el asunto radica en pasársela arrojando piedras (alguna van con buena puntería  y te "arrean" pero bien), lanzando internas, colectoras, candidaturas, amagando gracias a la siempre eficaz labor de los obsecuentes compañeros (y compañeras)... para luego, con cara de beato Juan Pablo II (y una mezcla de altanería con mueca torcida "barriobajera"), soltarte en la puñetera cara: "¿quien yooooooo? ¿que yo he dicho o hecho todo eso?... Naaaa, yo ni siquiera he dicho, hecho o instigado todo eso que vos pensás". 

Así que fruto de una ya muy dilatada experiencia en asistir impávida a todo tipo mentiras, tramas, idas y venidas... mi imagen del día son los rulos. YO SÍ, YO ME HAGO LOS RULOS. Es que como dice el dicho: "mujer previsora vale por dos".  



PD: También desde ayer, he tomado buena nota de que alentar a un posible candidato  con un "¡vamos!" NO es nada  "educadito" y pasársela gritando a diestro y siniestro "la puta que te parió" es fino... fino. Son las paradojas de la educación del siglo XXI "nac & pop". 

martes, 1 de marzo de 2011

SENSACIONES

Hoy a media mañana la Presidente Fernández acudirá al Congreso para efectuar su discurso con motivo de la apertura del calendario de sesiones; creo que la mayoría recordamos su discurso del 2010 por lo que preveo que este será similar pero muchos más "potente" y con  claras miras electorales. 

Durante estos días he leído de todo: por ejemplo que el oficialismo y la oposición han llegado a una especie de acuerdo para sesionar, tocando unícamente temas "no espinosos" (o sea, para perder el tiempo  además de demostrarnos la nula posibilidad de llegar a acuerdos en temas "espinosos", es decir fundamentales, que tiene lugar en cualquier sociedad que se precie de ser democrática ) y también he oído de todo: lo último a la diputada Diana Conti ayer, justificando una posible reforma constitucional ya que muchos "ansían a una Cristina eterna".

Bien, visto lo visto (más o menos un esperpento)... mi sensación, - expresada pictóricamente - podría ser esta: 


PD: Lógicamente, la figura de la izquierda debería ser la de una mujer, vestida de luto o semi-luto, con cabellera larga y ciertos "retoques" en el rostro. ¿Se entiende no? Pues ahí queda.